Mi amigo Leonardo

Se llamaba Leonardo Bódalo Gabarrón, y fuimos amigos desde que nos conocimos hasta que falleció. Además, fuimos compañeros de trabajo, desde que yo entré a trabajar en Bazán hasta que se jubiló.

La primera caricatura que le hice, por los años 70.

Ahora el que se ha jubilado he sido yo y, por casualidad (o no, vaya usted a saber) me he  encontrado un sobre añejo entre mis papeles, esos que ya están amarillentos; como cantaba Serrat son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón…

He mirado en su interior y algo de lo que había ya lo sabía y lo esperaba, pero otras cosas las había olvidado.

Había varias caricaturas de las que le hice durante el mucho tiempo en que convivimos. Era un caricatura con la mala leche cartagenera correspondiente, aunque se lo tomaba muy bien y se limitaba a rezongar «joder con el zagalico este». Subido en un taburete para resaltar su baja estatura (la física, porque en la otra era un gigante), con su eterna cartera donde llevaba de todo, desde el bocata de media mañana, su pluma estilográfica con tinta verde siempre, o sus postales de las que era representante.

Bueno, lo cierto es que lo del bocata no es exacto. Sí que llevaba su tentempié, pero no era nunca un bocata. Tenía mucha clase nuestro Leo para ir comiendo bocadillos. Chiquito pero dandi.

Esta otra se la hice unos años después, y ayuda a ir definiendo más al personaje. El meterme con su estatura lo hice en esta ocasión mediante la corbata que arrastra por el suelo.

Aparece de nuevo su eterna cartera, pero aquí se dan más datos, como el de ser también representante de la Sociedad de Autores. Eran decenas de anécdotas las que nos contaba sobre su persecución a los piratas del mundo artístico, el musical especialmente. Leonardo Bódalo era hombre de teatro, al que amaba profundamente, independientemente de su vinculación con la SGAE. Por eso los libretos de Lope, Calderón, etc.

Una nueva caricatura de Leonardo, siendo ya más mayor.

Y aparece un nuevo elemento importante: su vinculación con la Semana Santa de Cartagena. Era presidente de la agrupación marraja del Descendimiento, en la versión corta o de amigos, y en la oficial «Agrupación del Santísimo Descendimiento de Cristo y Paso de la Primera Caída» (uf). Y esa extraña y perversa vinculación que tiene la lluvia con los marrajos quedó reflejada en la puñetera nube de Viernes Santo que aparece lloviéndole a mi amigo.

Le diseñé muchas tarjetas de felicitación navideña para su agrupación, que hacía en imprenta cada año, religiosamente, y tenía que ser distinta y original siempre. En el sobre que me ha asaltado he encontrado varias, todas ellas de las últimas. No he visto ninguna de las antiguas, quizás aparezcan algún día en otro cajón. La más reciente que he encontrado es la de la navidad de 2005, no recuerdo si hubo alguna posterior. Cuando dejó el cargo cesaron mis colaboraciones en este apartado.

Felicitación que diseñé para el Descendimiento – navidad 2005 – año nuevo 2006

Y ahora damos un salto atrás y del 2005 volvamos a 1986, que fue cuando se jubiló Leonardo. Para aquella ocasión hice una nueva caricatura, en la que aparecía también nuestro jefe Juan Para Blázquez, ya que se jubilaron al mismo tiempo y la comida homenaje fue para los dos, en el Restaurante Mare Nostrum.

Caricatura que incluí en la tarjeta que diseñé para la despedida de Juan Para y Leonardo Bódalo.
Anverso del tarjetón-menú de la comida de despedida. Como se dice, es versión para iniciados, porque el extraño nombre de cada plato tenía su historia y su explicación.

Y voy a ir cerrando este homenaje a mis dos compañeros y amigos, porque son recuerdos, siguiendo con las canción de Serrat… que te sonríen tristes y  nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.

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