
Esto no lo ha puesto el Ayuntamiento.
Mi abuela no creía que el hombre hubiese llegado a la luna. Eso no es algo muy sorprendente cuando hay muchas personas, hoy en día, con (supuesto) mayor bagaje cultural que mi abuela, que también lo niegan.
Pero es que mi abuela tampoco creía que existiese Nueva York, por ejemplo. ¿Y por qué? Porque ella no había estado allí nunca, así de simple.
Un argumento tan chusco y gracioso puede resultar entendible en una persona muuuy mayor, de hace muuuucho tiempo, ya que la Sra. Isabel, nos dejó hace bastantes años.
Ahora bien, que ese mismo mecanismo de razonamiento (¿) lo sigan personas actuales y en edad de tener sus facultades mentales en un funcionamiento aceptable, resulta más chirriante.
Aunque el asunto podría extenderse a cualquier área de la vida cotidiana, me estoy refiriendo concretamente a las secciones de este blog llamadas “Diccionario cartagenero ilustrado”, «Más diccionario cartagenero ilustrado» y «Cocina cartagenera«. Si las personas a las que me estoy refiriendo se tomasen la pequeña molestia de leer las advertencias previas que tengo en esa sección, ahorraríamos explicaciones y pérdidas de tiempo. Esas advertencias previas dicen, entre otras cosas:
- Las palabras o expresiones que se recogen aquí son o han sido habituales y frecuentes en Cartagena y su campo. No quiere eso decir que sean exclusivas de aquí, ya que también están o pueden estar en otras zonas de España. Solamente subrayo que son o han sido típicas o frecuentes de esta tierra, que es la mía. No obstante, si a pesar de eso quieres hacer constar que esa o esta palabra también se dice en tu pueblo o en Villapiruletas del Duque, eres muy libre.
- Hay palabras (pocas) que son exclusivas de Cartagena. Hay otras, algunas más, que son comunes en la zona levantina, andaluza, aragonesa, catalana y extremeña especialmente, por razones históricas. Y hay algunas que son comunes prácticamente en toda España, de forma variable. De esas procuro incluir pocas, pero algunas hay.
Como era de esperar, hay quien no lee o, lo que es peor, lee y no entiende, por el nivel de comprensión lectora en España es bastante bajo, lamentablemente. Hace tiempo que dejé de hacer caso a los comentarios que me envían, cansinamente con argumentos como “pues eso yo no lo he oído nunca”, o “eso lo dicen también en la huerta de Nosedonde”, o “la primera vez que oí eso no fue aquí, sino en Cortafrenillos del Obispo”.
Vale, de acuerdo. Lo que tú quieras. Las primeras veces me molestaba en responder y aclarar lo que no precisaba aclaración pero llegó un momento en que me pusieron los huevos enargolaos y ahora la mayoría de esos comentarios van a la papelera. Y no porque estén en desacuerdo con lo expuesto, no, que somos todos muy libres de opinar lo que queramos. Sino porque la ignorancia (que se cura) va muchas veces unida a la estupidez (que eso no tiene arreglo) y a la mala educación (que eso ya es inadmisible). Y solo por exponer algo con lo que no se está de acuerdo, hay seres pululando por la red que insultan. Trols, creo que les llaman.
Hasta aquí, digamos, la parte más o menos frecuente y vulgar del asunto, que sufren muchos blogueros. Algunos, a los que admiro, tienen la santa paciencia de responder siempre y aceptar todos los comentarios con estoicidad. Yo no, debido a mi edad, mis circunstancias personales, la presencia de Saturno en Escorpio en mi primera casa, a la mala lechecica que tiene uno per se, o a que el Efesé se dejó escapar los puntos en su campo (aplíquese lo que proceda o salga de los lerel-les), decía que yo no los admito y los mando a ese maravilloso invento que es la papelera de reciclaje.
Pero voy a la segunda parte de este desahogo mental mío, que es la que da título a la entrada. Hay una expresión cartagenera, bien es verdad que ya poco usada, y sólo de un uso residual en personas mayores y de ambiente rural más que urbano, que es la que dice “Esto no lo ha puesto el Ayuntamiento”.
Se utiliza para echarle en cara a alguien el que haya tomado posesión o haya hecho uso indebido de una cosa que es particular y no pública. Como el que invade una zona de jardín del vecino, o coge un utensilio o herramienta ajenos, etc.
A mí me encanta y alucina esta expresión, porque se suma la socarronería típica de esta tierra con ese grado de desfachatez e incivismo que implica el suponer que “si fuera del Ayuntamiento (es decir, que sería de todos) sí podrías hacer lo que te viniera en gana, pero como es mío, ojito”.
¿Y por qué da título esa expresión a esta entrada? Pues porque hay una expresión que dice que “la ignorancia es muy atrevida”, a la que habría que añadir “y la estupidez, ni te cuento”.
Pues bien, hay trols de esos que, además de mostrar su desacuerdo con lo que yo expreso, me exigen que lo rectifique. Así, como suena.
En mi blog personal, que mantengo con mi esfuerzo personal y mi dinero personal, con errores personales y aciertos personales… quieren que modifique aquello con lo que no están de acuerdo.
Por eso, a esta gente que tiene la follá en Canteras, utilizando términos también cartageneros, he preferido preguntarles ¿Os creéis que esto lo ha puesto el Ayuntamiento?
La otra opción, descartada por menos elegante, habría sido mandarlos a zurrir mierdas con un látigo.