Golisme no significa literalmente lo que dice el título, que haya de ponérsele la comida en otro lugar. La titulación del post, haciendo una pirueta, indica que esa palabra tiene un comportamiento un tanto extraño.
Veamos, en el habla de Cartagena hay infinidad de palabras relacionadas con el comer (mucho, poco, rápido, sin orden, etc. etc.).
Parece que nuestros abuelos valoraban mucho ese acto, el de comer. Quizás porque no lo practicaban todo lo que deseaban o necesitaban y por eso aparece tantas veces.

La palabra que viene en esta ocasión al blog, golisme, sirve para referirse a los niños o no tan niños, que son difíciles para comer. Esos a los que no les gusta casi nada o comen muy poquito.
Hay otra palabra cartagenera que viene a significar lo mismo: lambrijo. Aunque hay alguna pequeña diferencia. Mientras que ambas valen para explicar que al sujeto en cuestión no le vale cualquier cosa a la hora de comer.
Sin embargo el término lambrijo suele conllevar, además, que el comer poco ya se va viendo en el interfecto y tiene pocas carnes, está escuálido. En cambio, el golisme, puede estar de buen año, no es incompatible.
Por qué hay que echar de comer aparte a Golisme
Pero el encabezado de esta entrada que apunta a que golisme es una palabra un tanto extraña (aún más) y es por su comportamiento al conjugarla. Porque, sí, también la convertimos en verbo y todo.
Lambrijear tiene un comportamiento normal, equivale a comer de mala manera y escasamente, lo que se corresponde con el sustantivo lambrijo. Pero golismear (que también lo tenemos, por supuesto) da un giro. Puede significar tanto olisquear físicamente como entrometerse en asuntos ajenos.
Y aún da para más; se emplea igualmente para referirse a quien come mal. Pero no poco o cosas muy especiales, sino abundantes golosinas, caprichos y «chuches». Quizás por eso, el golisme no tiene porqué estar delgadito, como ocurría con el lambrijo.
Y es que el habla de Cartagena, además de ser tan peculiar, tiene tantos matices…