No estoy orgulloso de ser cartagenero, porque no es mérito mío. Me «nacieron» aquí.
Cartagena de Levante. Tres mil años de historia.
Pero contento sí que lo estoy de haber nacido en Cartagena, porque tuve suerte, una inmensa suerte. Y agradezco esa suerte, porque, como dice el refrán es de bien nacidos ser agradecidos.
Puede parecer algo extravagante eso de colocar ballenas por Cartagena, cuando siempre se asocian con lugares exóticos y más bien fríos como Terranova, Groenlandia, etc.
Pero no, allí es donde las masacran. Por aquí están seguras y se ven de vez en cuando por las costas cartageneras de Cabo Tiñoso, Cabo de Palos… porque son zonas de paso para estos gigantes en sus migraciones anuales. Ahora ya vienen hasta las jorobadas.
«Estoy tan acostumbrado a perder que cuando gano me cabreo», repite a menudo un buen amigo.
Se refiere, sobre todo, al fútbol, a nuestro desafortunado equipo el Efesé, que acumula tantos infortunios o más que el «pupas» Atlético de Madrid, aunque no seamos tan famosos.
La frase la hace extensiva mi amigo a otras pérdidas que atañan a la ciudad en general, porque también pierde, perdemos todos, con bastante frecuencia.
Algunas veces, claro, también ganamos, aunque sea al mar.
«Primus circumdedisti me». Eso dice el escudo de armas de Juan Sebastián de Elcano, el primer hombre en dar la vuelta al mundo y demostrar, de paso, la redondez de la tierra, aunque los defensores de la tierra plana se tiren de los pelos.
La Nao «Victoria» en el puerto de Cartagena
Y el marino español, que completó la hazaña que no puedo acabar Hernando de Magallanes, porque murió en el camino de vuelta a manos de los indígenas, culminó la proeza a bordo de la Nao Victoria, la que aparece en la fotografía (obviamente no es la real, sino una réplica).