Según cuentan, los galos sólo temían a que el cielo cayera sobre sus cabezas. Al menos eso he leído siempre en los cómics de Astérix.
Aquel día, hace ya unos meses, cuando todavía me gustaba pasear por la calle porque no había que llevar bozal, bajo el Gran Hotel de Cartagena, al mirar hacia arriba, eso es lo que me temí, que el cielo cayera sobre mi cabeza, pero no, al final no cayó el cielo… ni una gota tampoco.