Del mismo modo que a Miguel Hernández se le murió su amigo Ramón Sijé, a mí se me ha muerto mi amigo Juan Mediano, que estará en los cielos.
Compartimos muchas cosas, fuimos compañeros de trabajo además de amigos, e hice muchos dibujos para él. Gran parte de las portadas de sus libros las dibujé yo. Y el dibujo que le hago hoy, con todo el cariño y respeto, como homenaje, supongo que será el último.

Como habrá mucha gente que contará como era, yo prefiero contar cómo imagino que es ahora, porque lo conozco.
Habrá llegado al cielo todo serio y formal, porque a circunspecto no le gana nadie. Se habrá presentado a Pedro Marina Cartagena. Igual hasta se ha puesto pajarita y, si hay zona de fumadores allí, habrá sacado la pipa.
De entrada pensarán que es aburrido, por lo formal. Pero en cuanto abra la boca, sabrán lo que es la coña de un cartagenerico, que ríase usted de la famosa retranca gallega.
Hablará y no parará de cosas de su tierra, que es la mía, Cartagena, poniéndola por las nubes, aunque eso le resultará fácil ya que es donde está ahora mismo.
Escribirá pronto en «El Eco del Cielo» o como se llame la prensa de allí. Hablará por «La Voz de la Eternidad» o cualquier otra emisora celestial. Narrará historias y anécdotas que ya quisieran los Hechos de los Apostóles, con perdón.
Y no me extrañaría que en el futuro aparezca un nuevo evangelio, apócrifo, sí, pero evangelio, donde al final alguien firme: «Simplemente Juan».
Bueno, amigo Juan, nos vemos. Pero no corre prisa.