Hace unos días se me fue al cielo un amigo, Juan Mediano, y ahora se me ha ido una amiga, esta de cuatro patas, Noah.
Sí, ya sé que Noah es nombre masculino, es el Noé de la Biblia, pero Noah no era mi perra, era de unos vecinos, de modo que las reclamaciones… al maestro armero. Bueno, a lo que íbamos.
Noah era una perra especial (sí, es verdad, todos los perros son especiales además de ir todos al cielo) pero algunos son más especiales que otros. Era una golden retriever, y si todos los golden son dulces y amables, Noah era criticada entre la comunidad perruna de los golden por dulce y amable, imagínense.
Noah, en el cielo. Otra amiga esperándome.
Si a eso le añadimos que era amiga y compañera de paseos nocturnos de mi perro Lanzarote, y que cuando murió éste, ella lo seguía esperando en la puerta todos los días, esperando verlo salir como siempre, algo que ya nunca ocurrió, entenderán que esta perra era, en verdad, algo muy especial para mí.
Esperando a Lanzarote
Bien, pues Noah se ha ido. Ya era mayorcita, se le habían ido complicando las funciones vitales y han tenido que dormirla para siempre. La han incinerado. Pedí a sus dueños una poquitas cenizas para guardarlas en la caja donde tengo las de Lanzarote para que reposaran juntos, pero no ha podido ser. A pesar de haberlas pedido más de una vez, no las he conseguido, por olvido, falta de voluntad o por lo que sea.
Todos tenemos buena memoria y no olvidamos nada. Un beso muy grande Noah, ya nos veremos alguna vez y volveremos a pasear con Lanzarote. Con cenizas o sin cenizas.
El pero no es el marido de la pera, sino una variedad de manzana, más alargada que ancha. También se conoce en algunos sitios como pero a toda manzana verde.
La cosa va por zonas. Hay regiones donde la palabra pero (refiriéndose a la fruta) está muy extendida y otras donde casi ha desaparecido. En mi tierra, Cartagena, cuando yo era niño (porque sí, un día lo fui) era mucho más corriente llamar así a las manzanas que de cualquier otra forma.
El pero. Ya está puesto.
Aunque en este blog (personal, recuerdo otra vez) tengo una sección dedicada al habla de mi tierra, el pero de esta entrada no va de eso.
Lo voy a explicar mejor con una anécdota. En Navidad, en el Arsenal Militar se solía hacer un concurso de belenes y la competición era reñidísima porque todos los años había algunos realmente maravillosos. Yo hacía el recorrido cada año y disfrutaba como un enano porque me gustan mucho tanto la Navidad como los belenes, cosas ahora muy mal vistas y hasta prohibidas en ocasiones por el pensamiento políticamente correcto.
Hablo en pasado porque hace años que no visito el Arsenal y no sé si la costumbre se mantiene o ha llegado allí también la ola de pensamiento único. Ojalá que no. Bueno, sigamos a lo que iba, que me voy por las ramas del manzano, o del peral.
El caso es que una vez, visitando uno de los belenes -muy bonito, por cierto- me encontré con que había una manzana bien hermosa entre los demás personajes del belén. Estuve un ratito intentando encontrarle sentido a aquello; no sabía si era una broma, un olvido de alguien que había estado desayunando o qué sé yo qué.
Al final, uno de los militares que trabajaban en aquella dependencia se me acercó, viendo mi perplejidad, y me lo explicó. Como no recuerdo las palabras exactas ya que hace mucho tiempo, lo contaré con las mías propias aunque, en esencia, venían a reflejar lo mismo: «Mira, como los cartageneros somos… así , son muchos los que después de verlo y repasarlo, el único comentario que son capaces de hacer es ponerle algún PERO. Por eso, nosotros, el pero ya lo tenemos puesto también, y no necesitamos que vengan con él».
Yo he copiado aquello, que me gustó tanto, y he decidido ponerle mi propio PERO a mi blog. Ya está puesto.
Hace tiempo ya escribí una entrada especial sobre este asunto, más o menos, explicando que esto no lo ha puesto el Ayuntamiento. Pero como era de esperar, sirvió de muy poco.
Tengo paisanos que se limitan a utilizar los comentarios para decirme lo que falta y lo que sobra, lo que está mal y lo que está inexacto, o sea, para ponerme el pero correspondiente. Unos lo hacen con educación y delicadeza, lo cual se agradece, otros lo hacen con la misma elegancia que el elefante en la tienda de porcelanas, lo cual se agradece también, pero menos.
Y están los que me mandan lo que tengo que poner, ya escrito y todo, para que no tenga que esforzarme mucho.
Mi blog lleva a día de hoy, 5 de febrero de 2021, más de 150.000 visitas. Comentarios lleva unos 170 y, de ellos, la inmensa mayoría es para repartir peros. ¡Con lo fácil que es abrir un blog propio y escribir lo que a uno le dé la gana! ¡Y es gratis, además! Pero parece que es más fácil poner el pero.
Alguien tenía y tiene que decirlo Y, de hecho, ya somos bastantes en términos absolutos pero pocos, muy pocos, en términos relativos a la totalidad de gente a la que le importa poco o nada lo que ocurra con su idioma. Hagamos un pequeño experimento. Les voy a escribir una noticia -supuesta- que podría oírse en cualquier emisora de radio o televisión o leerse en cualquier tipo de prensa:
«El Presidente de la Xunta de Galicia recibió el pasado domingo al President de la Generalitat de Catalunya y al Lehendakari de Euskadi en la ciudad de A Coruña donde trataron diferentes asuntos. Durante el viaje fueron escoltados por miembros desplazados de la ertzaintza y Mossos d’esquadra.»
¿Encuentran algo raro? ¿no? Bien, hagamos otra prueba. Les leo otra noticia.
«La Queen de England recibió el pasado domingo a la Kanzler de Deutchland y al Prèsident de France en la ciudad de London. Durante el viaje fueron escoltados por miembros desplazados de la BundesPolizei y la Gendarmerie».
Mis recuerdos navideños están llenos de olores, sonidos e imágenes variopintos. La mayoría agradables, y alguno un poco siniestro.
Entre los primeros están las tortas de Pascua que hacía mi madre, y su aroma, el sonido de los villancicos (todos en español, claro, el inglés no había llegado aún), el belén y sus figuritas de barro desportilladas, con el río hecho de papel de aluminio y el lago con un espejito.
Cuando la vimos por vez primera no sabíamos si era macho o hembra, de eso hace ya tiempo. Primero fue mi mujer, paseando a nuestro perro Lanzarote, y me dijo que era muy temeroso y no podía acercarse a él.
Parecía perdido, o más bien abandonado. Andaba buscando alimento, supimos después, pero siempre huía al intentar el acercamiento. Aparecía casi todos los días. Lo veíamos de lejos, suponíamos -y suponemos- que era un perro de caza de los muchos que hay abandonados por sus dueños, cuando son viejos o si no valen para la caza.
Me hacía sufrir aquel perro al que no podíamos ayudar, porque no se dejaba o no sabíamos convencerle. Era invierno, y trataba de suponer dónde pasaría las noches, con tanto frío.
He estado mucho tiempo sin escribir en este blog. No ha sido por olvido ni desidia. He estado en periodo de reflexión concerniente a diferentes aspectos de mi vida.
Con respecto a esta actividad bloguera en concreto, continuaré elaborando entradas correspondientes a la historia, constumbres, personajes, etc. de mi ciudad. Pero nada más. En el campo reivindicativo ya me he convencido de que los cartageneros no tenemos arreglo.
Cuando la vimos por vez primera no sabíamos si era macho o hembra, de eso hace ya tiempo. Primero fue mi mujer, paseando a nuestro perro Lanzarote, y me dijo que era muy temeroso y no podía acercarse a él.
Parecía perdido, o más bien abandonado. Andaba buscando alimento, supimos después, pero siempre huía al intentar el acercamiento. Aparecía casi todos los días. Lo veíamos de lejos, suponíamos -y suponemos- que era un perro de caza de los muchos que hay abandonados por sus dueños, cuando son viejos o si no valen para la caza.
Me hacía sufrir aquel perro al que no podíamos ayudar, porque no se dejaba o no sabíamos convencerle. Era invierno, y trataba de suponer dónde pasaría las noches, con tanto frío.
Hace casi dos años, como soy un poco Nostradamus, ya me suponía yo que que el problema de la contaminación del Mar Menor estaba en camino de solucionarse, y a una velocidad asombrosa, igual que que la bahía de Portmán.
Hoy, en 2018, esos cambios profundos, revolucionarios, ya han empezado. Ya no está el antiguo vigilante (por cosillas sin importancia) pero el nuevo está manos a la obra con la transformación. De momento, la remodelación ha empezado no por la vertiente ecológica ni medioanmbiental, tampoco por la agrícola, ni la industrial, no… ¡ sino por la gastronómica! Han matado a la gallina de los huevos de oro y con ella está haciendo sopa, una espectacular sopa verde.
Somos guarros, así, en general, y desde el cariño. No hace falta encargar un estudio a ninguna universidad buena o mala para saberlo; es algo fácilmente comprobable a ojo de buen cubero, basta con salir a la calle y abrir los ojos. Y no estoy hablando de la higiene particular y casera de cada quien, que ni la sé ni me importa. Me refiero a la colectiva, al uso que hacemos de las vías y espacios públicas. Y por ser eso, públicas, normalmente no pensamos que son de todos, sino que son “mías”. Y como son mías, hago lo que quiero y me cago en ellas. Y si yo no, mi perro.
Hablo de las cacas de perro porque es ese el cao que me trae hoy aquí, pero puede ser de cualquier naturaleza la mierda y en cualquier ubicación el lugar. Podemos hablar de papeles, compresas y pañales usados, latas de refrescos vacías, pilas agotadas… lo que nos venga a la cabeza. Y el lugar son las calles, las playas, las plazas y parques, cines, bares… cualquier lugar por el que pasen los bárbaros. Y no los del norte, no. Los de los cuatro puntos cardinales, porque de ser guarros no se escape nadie. Así tenemos el planeta como lo tenemos.