Balaguero es un término que existe en la lengua castellana. Si se molesta en buscarlo en el diccionario, le dirá que es un almiar.
Y su luego busca almiar, se informará de que es un montón de paja o heno, al aire libre, normalmente alrededor de un palo clavado verticalmente, para conservarlo todo el año.
Pero en Cartagena no, amigo. Se trata de algo parecido pero no igual. Un balaguero es un montón de ropa sucia. ¿Cómo se convirtió una cosa en la otra? No se lo puedo decir porque no lo sé.
Balaguero
Quizás ese montón de paja o heno amontonado echa un tufillo poco agradable que recuerda al de la ropa sucia… ¡qué sé yo! Son elucubraciones mías.
Pero que en Cartagena un balaguero es un montón de ropa sucia… vaya que sí.
Seguramente, lector, ha oído usted alguna vez la expresión «ves menos que Pepe Leches». ¿Quién era o fue ese «Pepe Leches»? Para unos no existió, para otros sí, hay varios versiones, que puede encontrar en este enlace, muy bien explicadas.
Pero en Cartagena, al que es miope, se le dice que «ve menos que el Cheche». Y ese sí que existió, ya lo creo. Yo lo conocí personalmente.
Al que no tiene claro lo que ve, en Cartagena es que «ve menos que el Cheche»
En este mundillo de las frases hechas o los dichos, que tanto da, es un auténtico lío con más versiones que las explicaciones de Fernando Simón sobre el uso de las mascarillas del virus chino.
El hambriento perro del Tío Alegrías
Hace unos días dije que tenía (yo) más hambre que el perro del Tío Alegrías y me preguntó mi mujer qué expresión era esa. También ella es cartagenera, y de una edad similar a la mía, pero todas estas expresiones chuscas o típicas, de aquí y de otros sitios, se van extinguiendo lentamente y suelen sobrevivir un docena mal contada que conoce todo el mundo y que, con ellas, ya creen estar doctorados en el habla típica local.
En el habla de Cartagena se puede decir de varios modos: «quedar arrinche«, «estar arrinche«, «quedar en arrinche«, pero el significado es estar canino, dicho en modo coloquial, o estar sin dinero, dicho en forma correcta.
Tal y como galopa la crisis económica actual, la más grande de las últimas décadas, y dada la ineptitud gubernamental, es lógico pensar que quedaremos todos arrinche. Todos salvo ellos, claro.
Quedar en arrinche también se aplica a ser penalizado y perder turno y oportunidad en algún juego.
Balaguero existe en el diccionario de la RAE, sí. Y es sinónimo de almiar, un montón grande de paja, generalmente en torno a un palo para que se mantenga elevado y se ventile. Yo lo llamaría pajar descubierto o al aire libre, ese famoso sitio donde se pierden las agujas.
Balaguero cartagenero
Pero en Cartagena, no sé por qué, un balaguero es un montón también, pero de ropa sucia, esa que va necesitando encontrarse con un detergente ultrabanqueante y megasuavizante.
Los balagueros siempre han sido amigos de los adolescentes y temían -o temen- a las madres más que a una vara verde, porque los hacían -o los hacen- desaparecer como por ensalmo. (Para los damnificados por la LOGSE: ensalmo es con gran rapidez y de modo desconocido)
Dar un borneo o darse un borneo, en Cartagena tiene el significado de pasear. No caminar o andar, sino pasear, con ánimo lúdico y recreativo.
No conozco el origen exacto de esta expresión, pero creo que hay algunas pistas que pueden servir para darnos una idea.
Un cartagenero dándose un borneo.
Para empezar, aquí no existe el verbo «bornear»; la expresión utilizada siempre es la enunciada de dar un borneo. El habla típica de Cartagena y su comarca, como tierra de aluvión que es, tiene raíces en diferentes partes de España. Una de ellas es Cataluña.
En catalán, por lo que sé, aunque no es una opinión unánime, dicen que el término bornear significa pasear por una plaza. Y otros expertos dicen que bornear es participar en una justa, uno de esos torneos medievales tan famosos con caballeros.
Ambas cosas tienen sentido si vamos al diccionario de la RAE y buscamos borne o bornear.
El primero, borne, se refiere al extremo de la lanza que se utilizaba en las justas. Y me permito recordar que cuando el caballero y su caballo llegaban al final de la pista donde contendían, daban la vuelta para una nueva acometida.
En cuanto al verbo bornear, además de varias acepciones que siempre tienen que ver con girar, volver, retorcer, bailar… la primera acepción es dar vuelta, revolver.
Creo que toda esa suma de acepciones es la generó el término cartagenero de darse un borneo, equivalente a darse una vuelta, un paseo (por plaza o no) con el ánimo de recreo o distracción, como hacían en las justas medievales. Aunque a veces resultaran trágicas.
Por poco que le guste Tolkien y la saga «El Señor de los Anillos«, seguro que le ha llegado alguna vez la imagen del Gollum y su famoso latiguillo «mi tesoro, mi tesooooro».
Si no sabe aún de lo que hablo, poco arreglo va a tener esto, salvo que indague por su cuenta. Con las pistas dadas, seguro que lo encuentra.
Bien. Lo que hace el Gollum con el anillo es «guardarlo como un cristal», dicho en cartagenero castizo. Es decir, conservar algo con mimo y esmero, poniendo la máxima atención y hasta devoción.
No puedo explicar el origen de la frase porque lo ignoro, aunque lo he buscado. ¿Ese cuidado es por miedo a cortarse con el cristal? ¿O es porque los cristales de colores siempre han atraído como objetos valiosos aunque fuesen baratijas de intercambio? Repito, no lo sé.
A ver, que nos entendamos, el blancor, como Teruel, existe. Nos dice la RAE que es lo mismo que blancura y esta, a su vez, es la cualidad de blanco.
Si se molestan en consultar la entrada de la RAE verán que blanco tiene hasta 25 acepciones. Una de ellas, por cierto, es un murcianismo para la urraca. Pero, a lo que vamos, no está el blancor cartagenero, eso es algo nuestro.
¿Y de qué se trata? Pues de esa calma que hay a veces, no sé si tras la tormenta o no, esa tranquilidad absoluta que se produce tanto en el mar como en la atmósfera, una situación despejada de paz y bienestar, sin nada que lo enturbie, ni un viento inoportuno, ni una marejadica, ni unos «nulos» amenazantes… Eso es el blancor.
Algunas entradas me da entre pereza y tristeza hacerlas, como esta. Y es que no sé si a alguien le interesa de verdad saber qué significa una expresión como «¡Púa arriba, canto ensima!»
Intentaré explicarme mejor. Sí que hay todavía cartageneros a los que les interesa el habla peculiar de su tierra, pero son -somos- cada vez menos y, además, como ya no estamos en vías de hacer la primera comunión, los que utilizamos estas benditas/malvadas redes sociales, aún menos todavía. Estas autopistas digitales, como se les llama de forma bastante cursi, las transitan sobre todo jóvenes que, cautivos de la globalización, el habla vintage de los icues se la trae al pairo.