Ricardo Díaz-Manresa es paisano, ilustre, inteligente, valiente, y además amigo. Por todo eso no podía faltar en mi colección de caricaturas de cartageneros.
Es periodista, ejerció durante muchos años como responsable de informativos en Radio Nacional de España y TVE, bajo gobiernos de diferentes partidos. Era el jefe de informativos cuando se dio la noticia de la muerte de Franco y tiene algunas anécdotas que contar sobre aquello, pero le corresponde a él, y no a mí, hacerlo.
Comentarista taurino famoso en el mundo entero, reportero de decenas de diarios digitales y diferentes blogs, aunque por esta parte no estamos muy cercanos él y yo, ya que no soy taurino, sino todo lo contrario. Creo que hay otros aspectos en los que tampoco coincidimos mucho. Pero volvamos a los toros, entiendo tan poco de ellos que cuando le hice la caricatura a Ricardo y se la regalé, la original llevaba la montera en la izquierda y los tratos no de matar, sino de escribir, en la izquierda. Mi amigo, prudente, no me dijo nada en aquel momento pero luego, aquella caricatura se publicó en un blog taurino y resulta que los toreros siempre brindan con la montera en la mano derecha, lo que suscitó algún comentario (supongo) ya que Ricardo me pidió si podía hacerle el favor de cambiar de mano el brindis, cosa que hice con mucho gusto, claro. Y aquí está:
Es un cartagenero ausente, es decir, que vive fuera de Cartagena por razones laborales y familiares, pero que cada vez que puede se escapa para estar presente en nuestras calles. Ejerce como cartagenero las 24 horas del día de los 366 días del año, incluso los que no son bisiestos. Es valiente y no tiene miedo a exponer sus opiniones donde sea y cuando sea, a vez muy polémicas, y generándole seguidores apasionados tanto como detractores incansables. Si hubiese solamente 300 cartageneros como él, igual que espartanos tuvo Leónidas en las Termópilas, la historia de Cartagena habría sido distinta.
En lo que sí compartimos afición y sufrimientos es en ser seguidores del Efesé, nuestro Fútbol Club Cartagena.
¡Va por ti, maestro.!