Roque Barcia, un chaquetero en el Cantón de Cartagena

Barcia no era cartagenero, sino andaluz, nacido en Sevilla en 1823, pero su historia está muy ligada a Cartagena por el episodio del Cantón.

Fue filósofo, periodista, lexicógrafo y político. Muy apasionado y extremista en sus ideas y en la forma de exponerlas. Combatió la monarquía, la propiedad y el catolicismo, aunque sin llegar a proclamarse ateo. Esas trifulcas con la iglesia, que le causaron hasta 60 excomuniones (que ya son excomuniones, yo creía que con una era suficiente, pero parece que no) y con otras instituciones le valieron el que fueran censurados y prohibidos muchos de sus libros o folletos. Además de libros políticos también escribió diccionarios y libros de sinónimos, como lexicógrafo y gramático que era.

Roque-Barcia-dibujo

Colaboró en diferentes periódicos, como “La Democracia”, fundado por Emilio Castelar. Luego, en Cádiz dirige “El Demócrata Andaluz”, fundado por el anarquista Fermín Salvochea, y es excomulgado –una vez más- por el obispo. En respuesta a ello escribe “Teoría del Infierno”.

Militó primero en el Partido Demócrata y después, durante el sexenio democrático (1868-1874) en el Partido Republicano Federal. Recorrió diferentes ciudades que contribuyeron a su formación: Montpelier, Lioma, Roma, Ferrara, París, Madrid.

Estando en 1866 en Isla Cristina se entera de que le andan buscando y huye a Portugal. Desde allí colabora con los revolucionarios españoles. Vuelve a España y escribe varios folletos. En 1868 es tan popular que recibe ofrecimientos para presentarse a las elecciones hasta por 16 circunscripciones diferentes. Finalmente es diputado por Badajoz y ejerce una gran oposición al gobierno. Cuando se presenta el proyecto de Constitución, dimite por estar en desacuerdo con él.

Reaparece otra vez en la Junta Central Revolucionaria de Madrid, intentando conseguir una embajada por medio de Pi y Margall, pero no lo consigue. Se le acusó de estar relacionado con el asesinato del General Prim y estuvo encarcelado por ello, aunque no parece que tuviese nada que ver.

Se muestra ya como un federal exaltado e intransigente. Insta a proclamar la República Federal, incluso pistola en mano. Deja el Congreso con otros diputados de su misma ideología. Es nombrado Presidente del Comité de Salud Pública de Madrid, es director del periódico “La Justicia Federal” y dirige y organiza los levantamientos cantonales en España.

Al ser el Cantón de Cartagena el más activo, es cuando aparece por estas tierras. Se constituye la Junta Soberana de Salud Pública. Participa en expediciones marítimas para intentar apoyar los levantamientos cantonales en  Barcelona y Valencia. Interviene en las negociaciones con las tropas que sitiaban Cartagena, y no acepta las condiciones. Pero cuando se inician los bombardeos parece que su fortaleza empieza a flaquear.

La figura de Roque Barcia es controvertida. Para unos se trata de un incorruptible e íntegro republicano que no cede en sus posturas. Brillante en su labor como periodista, orador y gramático. Incansable en su lucha y denuncia de los abusos de la monarquía, la iglesia, etc. Dicen que recibió muchas ofertas económicas y de todo tipo para que cambiase sus posturas y escribiese a favor del gobierno monárquico y que todas fueron rechazadas.

Por otra parte, al caer el Cantón en enero de 1874, los principales dirigentes se marcharon a Orán en la fragata Numancia, buque insignia de la armada cantonal, pero Barcia se quedó en Cartagena. Sólo cuatro días después ya publicaba en los periódicos sus artículos condenando la rebelión cantonal. En su caso particular, se defendía diciendo que no había podido salir porque le tenían retenido los cantonales y que había sido un prisionero más. Descalificó al Cantón y a todos sus dirigentes. “Todos mis compañeros son muy santos, muy justos, muy héroes, pero no sirven para el gobierno de una aldea. Republicanos federales: no nos empeñemos por ahora en plantear el federalismo. Es una idea que está en ciernes. Sin abjurar de mis ideas, siendo lo que siempre fui, reconozco al Gobierno actual y estaré con él en la lucha contra el absolutismo”.

Según José Barón Fernández, tras esto,  Barcia quedó desacreditado para el resto de su vida y demostró lo que era: un demagogo. Se marchó exiliado a Francia, se dedicó únicamente a la literatura y retirado totalmente de la política. Volvió a España y murió en Madrid en 1885.

En cuanto a los cambios de postura o ideología, han existido, existen y existirán siempre en política, religión y demás actividades del ser humano, pero el término “chaquetero”, concretamente, data del siglo XVI y se debe al Duque de Saboya. Durante las guerras entre católicos y protestantes, éstos se diferenciaban por el color del jubón (especie de chaqueta que cubría desde hombros hasta cintura).

Carlos Manuel I, duque de Saboya, tenía una gran habilidad para cambiar de un bando a otro, de España a Francia y viceversa, según soplaban los vientos, según las alianzas que se producían o según la victoria se inclinaba de una parte u otra.

Para hacerlo más cómodo todo, el duque de Saboya se hizo fabricar una chaqueta reversible, de color blanco por un lado y de color rojo por el otro. Según convenía, se la ponía de un lado u otro. Ese es el origen del término “chaquetero”, que aún se usa hoy, aunque los cultos prefieran “tránsfuga”, que es más fino y moderno.

 

 

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