Más raro que una acera en Tentegorra

Las aceras en mi pueblo, Tentegorra, no son una especie en vías de extinción. Al contrario, son una especie que, un buen día, por casualidad o por evolución, aparecerán. Porque no son como las meigas esas que haberlas haylas, no. Es que no hay, ni las ha habido. Lo más parecido a una acera es esto.

Las "aceras" de Tentegorra
Las «aceras» de Tentegorra

Esta «acera» de la foto es, concretamente, del Paseo del Canal, una de las calles más largas del pueblo. Una calle larga y recta donde algunos conductores hacen pruebas para ver qué velocidad alcanza su bólido, y ya quisiera Fernando Alonso conseguir la media de algunos que pasan por allí. Al no haber ni radares, ni vigilancia, ni pasos sobreelevados, ni ná de ná, aquello es el Far West de Cartagena.

El Paseo del Canal
El Paseo del Canal

La ausencia de aceras y los matorrales que hay a los lados obliga a caminar por la calzada. Es conveniente llevar un capote para torear a algunos de los descerebrados que pasan. Yo soy vecino y, además, superviviente de Tentegorra, porque llevo ya 18 años pasando por esta calle que une Tentegorra con Canteras y, hasta ahora, he podido contarlo. Por eso quiero dejar constancia por escrito, quién sabe si mañana o pasado ya no podré.

Me dijeron que Jesús Calleja pensaba rodar un episodio de su programa Planeta Calleja en el Paseo de Canal pero cuando le plantearon hacerlo de noche se echó atrás porque el riesgo era ya extremo. Y es que, muchas noches, bien por desidia bien por ahorro, están apagadas las farolas que lo iluminan a veces.

¿Se imaginan? Una vía urbana de Cartagena, en pleno siglo XXI, y en la que hay que llevar linterna. Para evitar meter el pie en un agujero, pisar una piedra más grande de lo habitual y, sobre todo, para que lo vean a uno Hamilton, Vettel, Räikkönen y compañía. Y aún así, a veces hay que dar un salto y lanzarse a la cuneta llena de matojos. Si Calleja se lo piensa mejor y finalmente hace el programa, yo me presento voluntario porque ya tengo entrenamiento.

Y mientras tanto, mientras se remodelan una y otra vez la calle del Carmen o las Puertas de Murcia, aquí seguiremos esperando a ver si brotan las aceras.

Aquella rambla reconvertida

La calle de Santa Florentina, antes de ser calle fue rambla. Una rambla que discurría entre la muralla de la ciudad y la tapia del convento de San Joaquín y por donde discurrían las aguas del Molinete.

Cuando a aquellas aguas se dio un mejor destino alcantarillado, se urbanizó la zona y comenzó a ser una calle que siempre se ha llamado de Santa Florentina (tomando el nombre de la rambla) salvo un breve paréntesis en una intentona municipal de llamarla de Jaime Cubedo, sin que lograra cuajar a nivel popular.

En esta calle estuvo, entre otras muchas actividades comerciales, el mercado municipal, a base de puestos ambulantes, y en muy malas condiciones de salubridad, hasta que se trasladó al actual edificio de Mercado y Lonja, al comienzo de la calle Juan Fernández, pero manteniendo el nombre de Mercado de Santa Florentina.

A esa frase popular que dice “yo no soy ni río ni rambla” puede sumarse también, desde el siglo XVIII, la calle de Santa Florentina.

El Barrio

Casi nadie la conoce ya por “el Barrio”, salvo los muy mayores o muy castizos. Hablo de la calle del Carmen, claro.

Allá por el siglo XV ni siquiera estaba dentro de la ciudad, quedaba fuera de la muralla, y aquello era el arrabal de San Roque, por una ermita existente dedicada a este santo.

Aquella muralla se comunicaba con el arrabal por una puerta que se encontraba por la calle Santa Florentina, aproximadamente enfrente del actual Icue y que se llamaba Puerta de Murcia porque siguiendo el trazado de aquella vía hoy llamada calle del Carmen, Plaza de España, Alameda, etc. se establecía la comunicación con Murcia. La muralla se amplió y el arrabal de San Roque quedó entonces intramuros. La Puerta de Murcia se derribó y se construyeron otras puertas en la nueva muralla, al final de la calle del Carmen (todavía inexistente con ese nombre) y que entonces se llamaron de Puertas de Madrid.

Hubo allí un convento de los Carmelitas descalzos y la presencia del mismo, regenta por aquellos padres del Carmelo, dieron a que el pueblo comenzase a llamar a la zona Barrio del Carmen, lo cual se consolidó con la Parroquia del Carmen todavía existente. De Barrio del Carmen, por simplificar, pasó a conocerse como simplemente El Barrio y más recientemente cambió su nombre al actual de Calle del Carmen. Por el camino, hubo un intento fallido del Ayuntamiento de llamarla calle de Tomás Maestre.

El general Barceló, mallorquín y destinado en esta plaza, devoto de la Virgen del Carmen, y jefe de las expediciones marítimas que salían de Cartagena contra los piratas berberiscos, instauró celebraciones de sus tripulaciones a la Reina de los Mares en acción de gracias y fue el precursor de que pasase a ser Patrona de los Marineros, en sustitución de San Telmo. Algo de esto escribí en otro blog.

Aquel arrabal se ha convertido, con el tiempo, en una de las arterias principales y más cuidadas de la ciudad.

La Mayor, que no la más grande. ¿O sí?

No sé por qué le pusieron de nombre Mayor, porque es una calle más bien estrecha y no muy larga. Imagino que su grandeza no está en lo físico y hay que buscarla en otros aspectos. Por ejemplo, en la afluencia de personas.

desfile

Todo pasa por allí, ya sean reivindicaciones, procesiones, desfiles lúdicos o musicales, paseos familiares, visitas comerciales, excursiones de tapeo, invasiones de turistas y cruceristas,…

Resulta casi un pecado trazar una ruta urbana que no incluya la calle Mayor.

En el ámbito de patrimonio urbanístico no será la mayor, pero tampoco la menor. La casa Llagostera, el Casino, la Iglesia de Santo Domingo y muchos otros inmuebles se encargan de mantener el listón a una altura considerable.

Casa Llagostera
Casa Llagostera

O a lo mejor el título de Mayor lo recibe por la parte musical. Porque allí creó en 1902 el Maestro Álvarez el pasodoble “Suspiros de España”. Una vez compuesta la obra, necesitaba un nombre. Y se lo dieron esos pasteles típicos de Cartagena, llamados “suspiros”, hechos con merengue y almendras. Esos pasteles estaban, entre otras, en una pastelería llamada “España”. Se lo pusieron a huevo.

También ayudó a elevar el caché musical de la calle Mayor el que Antonio Machín, antes de saltar a la fama, actuase habitualmente en el Café Suizo, que ya no existe. O que los padres de los músicos cartageneros Gregorio y Alfredo García Segura actuasen habitualmente en el Excelsior. Que tampoco existe, claro.

No estoy seguro pero, musicalmente hablando, parece que la Mayor es también la más grande. A mí me suena.

Winter is coming

Hace algún tiempo escribí sobre El Hombre Que Mira y en aquella entrada ya dije que este extraño ser, cuando llega el mal tiempo, su patrón, o padrino, o lo que sea, se apiada de él y lo abriga un poquito.

El hombre que mira se abriga.
El hombre que mira se abriga.

Ahora que llega el invierno (Winter is coming, domo dirían en Juego de Tronos) y los días refrescan, ha llegado el momento de ponerse, al menos, unos calcetines. Después llegarán las bufandas y el gorrito de Navidad. En su tiempo, claro.

Por cierto, falta un mes justo para Nochebuena.

Serreta 7.0

No sé cuántas remodelaciones lleva la Serreta, ya perdí la cuenta. Para mí, es como la cara de Belén Esteban, cuanto más la tocan menos me gusta.

En realidad es una calle y una plaza juntas, ambas con el mismo nombre y, la verdad, ¿para qué complicarlo? los cartageneros llamamos La Serreta al conjunto, además de que es muy difícil discernir dónde empieza una y dónde termina la otra.

La plaza de la Serreta, que empieza donde termina la calle de la Caridad, se llamó antes Plaza de los Carreteros, Plaza de la Fuente de la Serreta (porque había una fuente, claro), Plaza de La Serreta, Plaza del General Cabanellas, Plaza de Antonio García Fuentes, Plaza del General Cabanellas (otra vez) y, otra vez, por fin, y esperemos que para siempre, Plaza de la Serreta.

Y lo que es la calle de la Serreta en sí no ha tenido tantos cambios. Además de llamarse Serreta, el Ayuntamiento intentó, a principios del siglo XX, que se llamase Camilo Pérez Lurbe, pero tuvo poco éxito y volvió a llamarse Serreta. Eso en cuanto a nombres oficiales. Sin embargo, en cuanto a nombres populares, también ha tenido otros. Por ejemplo, durante un tiempo, la gente la llamaba “Paseo de Odesa”, dicen que por la afición a todo lo ruso que hubo durante la guerra civil, época en la que la gente se paseaba mucho por allí, por la cercanía de los refugios de la calle Gisbert en caso de ataque aéreo.

Y otro nombre con que la gente la conoció durante mucho tiempo, con el amor a lo absurdo típico de los cartageneros, fue “Puerta de la Serreta”. Absurdo porque en la muralla que rodeaba la ciudad, y que dejaba aquella zona fuera en épocas anteriores, antes de su derribo, nunca hubo una puerta.

En las fotos que voy tomando cada cierto tiempo no aprecio la mejora que me gustaría. Ojalá que alguna vez se note esos cambios para bueno. Aunque sea en La Serreta 10.2

Tenemos el cartel

Carretera de Tentegorra. De momento tenemos el cartel. De hecho, lo tenemos desde hace muchos meses.

zona-ajardinada

Ahora solo nos hace falta la zona ajardinada. Es cuestión de paciencia.

Un ratico en la glorieta

Estuve tomando unas fotos, repitiéndolas mejor dicho, en la Plaza de San Francisco, la Glorieta de Cartagena por antonomasia, con esa manía mía de volver a retratar un lugar y volver a hacerlo años después, viendo en qué ha cambiado.



A veces las variaciones son imperceptibles y otras son importantes, para bueno o para malo.  La glorieta ha cambiado poco en estos últimos veintitantos años, (la primeras fotos las tomé en 1990 y las últimas ahora, en 2013) pero el cambio no ha sido para mejorar, al menos para mi gusto.

Si hubiese podido fotografiarla desde sus inicios, cuando estaban allí el Convento y la Fuente de San Francisco, de donde toma el nombre, entonces sí que habría podido recoger cambios sustanciales con la cámara.

Habría podido fotografiar la Feria de Santiago  que se celebraba en verano, primero en el Lago, luego en la Plaza de San Francisco y finalmente se fue al muelle, al Paseo de Alfonso XII, donde desapareció para renacer con otras características más modernas. Vendría a ser el equivalente lejano de la Mar de Músicas actual.

También habría podido fotografiar las placas que daban nombre a la plaza. Y en una foto se leería, por ejemplo “Plaza del General Prim”. En otra sería la “Plaza Valarino Togores”. Y hasta, por un breve espacio de tiempo, la habría podido fotografiar como “Plaza de Dolores Ibárruri (la Pasionaria)”, pero al final, como al principio seguiría siendo Plaza de San Francisco.

Si pudiese viajar por el tiempo me plantaría en el 2 de Mayo de 1927 para ver y fotografiar la inauguración del monumento a Isidoro Máiquez. Y de paso procuraría enterarme de si el que se hubiese elegido un 2 de Mayo era por la participación activa que tuvo nuestro paisano en la Guerra de la Independencia, porque además de ser un gran actor tenía otras inquietudes y actividades.

Yéndome aún más atrás, hasta 1879, habría podido fotografiar el primer Lavatorio de Pilatos, que se celebraba también en la Plaza San Francisco durante las Semanas Santas cartageneras.

Como digo, si tuviese una máquina del tiempo, que no tengo, habría podido fotografiar allí el Mercadillo de las Flores antes de que emigrara, y también la Casa de Misericordia, antes de que se fuese a la calle San Diego.  Y si tuviese una excavadora, que tampoco tengo, y no tuviese claustrofobia, que sí que tengo, podría fotografiar los refugios subterráneos que se construyeron durante la guerra civil y que todavía permanecen en el subsuelo de la glorieta.

Aunque lo que más ilusión me haría sería viajar a mediados del siglo XVII, cuando derribaron el Convento de San Francisco y explanaron toda la zona y la convirtieron en Plaza porque fue entonces cuando plantaron esos enormes ficus. Me habría hecho ilusión fotografiarlos cuando eran como el que tengo en una maceta de mi terraza.

Calendario Cartagena 2014

He hecho un calendario para el año que viene con fotos mías, salvo una de mi hijo. Son fotos de Cartagena pero no son las típicas; me gusta la realidad desde otro punto de vista que no sea el mismo de siempre. Lleva las fiestas nacionales, regionales y locales cartageneras, además de las fases de la luna.

Calendario-Cartagena-2014

Se puede encontrar en este enlace. Es descargable e imprimible, y es de libre uso para todo el mundo. Ojalá que le sirva a alguien.

¿Una calle contra la esterilidad?

En Cartagena puede que tenga la marca de haber tenido menos tiempo un nombre oficial, y con razón. En Octubre de 1868 el Ayuntamiento la llamó Malcampo y claro, con ese nombre duró poco. Solo quince días después se la nonimó, también de forma oficial, calle de la Maestranza y esto tuvo más éxito, aunque sin pasarse. Porque también se le llamó, durante la primera guerra mundial calle de los Aliados, y eso que éramos neutrales. Y después, en tiempos de la II República, se le llamó Pablo Iglesias. Ha tenido casi tantos nombres como reformas. En las fotos que he tomado en estos últimos 23 años se recogen las últimas.

Pero no, la gente tenía claro antes y después de que era la calle Real, y así la siguió llamando y así se llama. Debe su nombre a las llamadas casas reales que había en tiempos, donde hoy está la Capitanía General y era donde se almacenaban los avituallamientos para los buques de guerra. Porque esta calle, antes de que se levantase la tapia que la separa del actual Arsenal Militar, bordeaba el llamado Mar de Mandarache y en sus orilla se construían, reparaban y avituallaban los buques.

Es una calle larga y también larga la historia y sucesión de locales que ha habido en ella, pero no es el objetivo de esta blog el recoger los establecimientos. Solamente por su trascendencia, recojo que aquí estuvo el famoso penal de Cartagena, llamado la Casa Negra por la población, que luego se transformó en el Cuartel de Instrucción de Marinería y hoy es una dependencia de la Universidad Politécnica. Su evolución positiva es significativa.

Y entre las muchas cosas pintorescas que conforman la historia de esta calle están las fuentes que instaló la Armada para surtir de agua a los buques y que quedaron luego adosadas a la tapia del Arsenal. Hoy el agua que mana es no potable pero, en su día, sí que lo era y procedían del manantial de Los Dolores y la fuente de La Perdiz. Y lo curioso es que se atribuyeron cualidades fertilizantes a dichas aguas y, según dicen, muchas cartageneras de nacimiento o adopción quedaron embarazadas gracias a dichas propiedades. 🙂